Paco Ignacio Taibo II aboga por la función social de la literatura, "es siempre subversiva", dice. En cambio Harold Bloom anuncia como innecesario el valor sociocultural de este arte, pide, en cambio, que se haga litertura por literatura. Culler afirma que las letras pueden llegar a ser una arma de doble filo, pues pueden someter a un pueblo en el embrutecimiento, así como también pueden liberarlo. Platón condenaba a la poesía como peligrosa para su República, y Aristóteles la recogía como el punto donde concentrar la catarsis.
¿Hay o no hay, con un carajo, una función social de la literatura? Realmente tratar de buscar un factor pragmático en la literatura puede llegar a ser fácil, de manera superficial. Sin embargo, al intentar definir literatura (para poder después encontrar su intención funcional) nos encontramos con el primer problema de un largo éxodo que pareciera no terminar nunca.
He estado leyendo el Canon occidental de Bloom, y es factor de un ruido molesto y paradójico el hecho de que para el crítico del canon afirma que es estúpido mirar la literatura con esos ojos de crítico marxista. Amén de su aseveración, dice que leer a Shakespeare no nos hace mejores ni peores personas dentro de la sociedad, no proporciona un cambio sociocultural; pero sí puede ayudarnos a que sepamos entablar un diálogo con nosotros mismos. Tomando en cuenta que si el ser se encuentra dentro de una sociedad, entablar un diálogo consciente con uno mismo es provocar un cambio dentro de una pequeña porción de la sociedad. Es una contaminación literaria. Se facilita la capacidad de diálogo, y ésta se contagia también a otras personas. Lo que logra un estado de mejoramiento en la sociedad. Ergo de una u otra forma la literatura está cumpliendo con un fin social de manera indirecta. Aunque tal vez si Bloom viera esta afirmación tal vez me negaría el acceso al canon, acceso que de todas formas no tenía y nunca podré tener. Quizá mi entendimiento no me ha permitido más que ofrecer algunos cálculos poco razonables, tal vez sofistas; pero, es debido a que aún sigo pensándolo.
A pesar de todo, podemos ver, en ejemplos de la realidad, cómo es que un poema de Mario Benedetti, (pongamos "Te quiero") puede causar un golpe en la conciencia de los jóvenes y buscar un cambio en su sociedad, inspirados en los versos que dictan: "te quiero porque tu boca/sabe gritar rebeldía". No olvidemos tampoco que Riva Palacio hizo una galante burla a la aristocracia que a fin de cuentas desertó. O cómo es que han abierto las vanguardias nuevas puertas para los estudios de género comenzando con cuentos como "El anillo" de Elena Garro, o la antología de cuentos De amores marginales, compilada por el doctor Mario Muñoz, que ha provocado una revisión más detallada a una sociedad que ha asumido el rol de juez sexual.
Pero tampoco podemos ignorar el hecho de que la literatura es la reina de la subjetividad y esto da paso a lecturas que son guiadas por diferentes paradigmas. Pondré un ejemplo anecdótico:
En algún momento, platicando con una amiga italiana salió a relucir Bocaccio en la conversación. Yo le comenté que me parecía un ser bastante misógino por el trato que le da a las mujeres en El decamerón. Ésta es mi postura, la mía y la de varios más. Pero para mi amiga, Bocaccio daba, en su máximo libro de cuentos, un panorama muy amplio del amor. El amor en sus diferentes variantes. La mujer amando en diferentes contextos socioculturales. Para ella, Giovanni Bocaccio no tenía pretenciones misóginas, sino al contrario, feministas.
Es por eso que Platón no ve con buenos ojos a la poesía en la su república ideal. Porque ésta está tan sujeta a la interpretación que cualquiera puede interpretar lo que su grillo le mande; cosa que puede ser peligrosa para la comunidad.
En fin, al vez incalculables sean los apuntes sobre los efectos pragmáticos de los textos literarios. Muchos serán de mayor aporte que este mero esbozo, claro está. Este breve artículo es sólo un eructo de mi curiosidad. Sólo era una necesidad de explotar debido a la confusión que provoca la dichosa finalidad de la literatura. Mientras más leo, más me puedo convencer de que jamás se sabrá una respuesta; pero, mientras esto ocurre, se impodrán modos apócrifos de usar la literatura.