domingo, 12 de diciembre de 2010

Dos perspectivas de la muerte a través de Cova, el poeta de la selva



Tú sin aliento ya, dentro de poco

Volverás a la tierra y a su seno

Que es de la vida universal el foco.

Manuel Acuña

Arturo Cova, narrador autodiegético de La vorágine, durante el proceso narrativo toma un papel de narrador testigo. Cova es un poeta romántico cuya obsesión con Alicia lo lleva a encontrarse con el mundo de la explotación cauchera. La necesidad de rescatar su hombría lo envuelve en situaciones adversas, con soluciones que le resultan siempre inesperadas o por lo menos confusas.

El estado de los caucheros es el tema primordial de la novela, utilizando la relación del protagonista y la joven como pretexto para el desarrollo de la denuncia social. Narra las peripecias de los trabajadores del caucho en la selva. El lugar se describe como un laberinto, y llega a comportarse como una de las más salvajes bestias; que sólo se defiende por el mal que obtiene día tras día.

Arturo Cova no pertenece al ambiente de la selva ni de la pampa; por ende, tiene que enfrentarse a momentos en los que se siente subestimado por los vaqueros “¿Por qué no me llevan a las faenas? ¿Imaginarían que era menos hombre que ellos? (Rivera, 43)

Para el protagonista no hay intermedios, se puede percibir claramente lo dicho, en sus descripciones; específicamente, en las que hace sobre la muerte. La muerte en La vorágine es dual, según Edmundo de Chasca; es parte de una construcción de poesía idílica mediante los contrastes. En sus propias palabras: “[…] su función es iluminar, por medio del contraste lírico, la tenebrosidad malévola […]” (de Chasca, 131). El contraste del que nos habla de Chasca, son marcados por dos momentos elementales dentro este tema: la muerte de Millán y la de los indios en el río. Lo interesante de estos óbitos, son las descripciones que los hacen catalogarse en dos: La bella y la horrorosa muerte.

Millán, siendo un miembro de los vaqueros de Barrera; es muerto por un toro al intentar lazarlo, es una descripción grotesca y sangrienta. La figura deformada del vaquero tiene una gran impresión en la mente del poeta, debido a que para él –como todo romántico-, la muerte es la liberación de un problema llamado Vida. Al ver el cuerpo del vaquero Millán, tiene que enfrentarse con la idea de que la muerte no es un motivo de estética o estilo. No hay vida más allá de eso, al menos no aparentemente.

Con el deceso de los indios, es diferente. Cova le atribuye un adjetivo digno de ser aplaudido y de algunas lágrimas de sublimidad: “¡Bello morir el de aquellos hombres, cuya existencia apagóse de pronto […] haciéndolas hervir de júbilo!” (Rivera, 108). El lago los absorbe; no son amigos, pero tampoco enemigos, sino ayudantes y al morir se liberan de toda negatividad que pudiese tener su triste existencia. Una visión más amplia de la muerte, es decir, la desaparición de la vida, sin dejar tampoco huella de que la hubo en ese lugar; ya que el cuerpo de los indios, no vuelven a aparecer. Han sido eliminados.

Son dos contrastes, aquél que ha apoyado al poeta, es quien tiene una muerte sublime, quien no; sufre la tortura y la desdicha de una muerte cruel y posiblemente dolorosa. Cova estaría compartiendo (sin saberlo), con Da Vinci [1]que “Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa dulce muerte”. Ya que Millán tuvo una vida de robo, homicidio y corrupción, es decir, de delincuencia; se enfrenta a una muerte dolorosa y completamente sangrienta. De las dos víctimas del lago no tenemos mucho conocimiento, pero sus nombres “[…] pájarito[sic] del Monte y Cerrito de la Sabana” (Rivera, 92) contienen una carga semántica de humildad. El pájaro suele ser dócil y atacar sólo si es atacado o para proporcionar alimento a los suyos; el cerro es un buen lugar para mirar todo aquello que pueda dañar a los de la familia y tomar precauciones. Por esto, encontramos que el juicio estético de Arturo sobre la muerte, depende de la estima que le tenga a quien fallece.

Para concluir, puedo decir que, la belleza de la muerte está en la ausencia brutalidad y por supuesto, del cadáver; y los motivos. En la primera, una criatura conocida en todo su esplendor se rebela y ataca a quien intenta capturarlo. Aunque Cova en algunos pasajes tiene delirios suicidas, lo que más le horroriza es que él pudo ser el muerto y morir así no es digno de un poeta, sino de un vaquero. Al contrario, el fallecimiento de los indios es diferente en ese sentido: quien les da la muerte es quien generalmente da vida. El agua toma a los dos acompañantes; los lleva a lo profundo de su ser. No hubo después imágenes de los muertos, cuyos rostros recordaran al poeta que en la transición de la vida a la muerte no hay sólo tranquilidad, sino probablemente también dolor y desesperación. En otras palabras, María Mercedes de Velasco lo menciona como “Los cadáveres pertenecen al mundo subterráneo y no deben contaminar la tierra” (María Mercedes de Velasco, 42), una forma de resumir lo que he mencionado.


[1] Nació en 1452 en la villa Toscana. Escultor, escritor, pintor y físico.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Mucho Augusto, payaso


Jamás aceptaría pertenecer a

un club que me admitiera como socio.

Groucho Marx

La ciudad se ha vuelto difícil de entender últimamente, ¿tenerle miedo a los ladrones o a los policías? ¿Caminar de forma tranquila por las calles o mirar de soslayo por todas partes, para correr en caso de un atraco o una ráfaga de fuego que quién sabe para quién sea? Sí, la ciudad es interesante, cultural, incluso podríamos decir que formidable en muchos sentidos. Pero, también es peligrosa, siniestra cuando quiere serlo, nido de ratas y ratones, un foco de contaminación exagerada.

De vez en cuando, nos hace falta relajarnos un poco de tanta violencia, contaminación y demás ignominias y desconciertos. Una bebida (cualquiera) y una charla con los amigos pueden ser los momentos en los que se descansa. Podemos, también, simplemente ir a caminar a ciertos lugares como los parques.

Los parques son −generalmente− los lugares en los que se concentran los espectáculos más irreverentes y mejor pensados de la ciudad. No todos convergemos en la idea de que estos shows están repletos de alguna filosofía extraña que podría estar más allá de la comprensión del mismísimo Borges. A pesar de que la aseveración que he dado anteriormente puede ser problemática −debido a que algunos payasos callejeros no han tocado en ningún momento de su vida algún libro clásico o al menos un best seller, pueden cargar consigo y su actuación una sabiduría intrigante.

El proceso creador del payaso, en cierto momento llega a tener convergencias con el del actor. La diferencia radica en que la finalidad única del payaso es la risa y la del actor, la creación de una situación en especial para el entretenimiento de una menor cantidad de público, ya sea representar un drama o comedia (o cualquier variante de esas dos: tragicomedia, tragedia, farsa, etcétera). Es decir, un par de payasos callejeros hacen dos espectáculos por día y llegan a tener el mismo público que una obra de teatro en una función. Pero cualquiera se tomará el tiempo de ver quince minutos a un payaso, gozando siempre de lugar dentro del parque para poder mirar. Pocos harán el esfuerzo para formarse 20 minutos, comprar el boleto de entrada a la obra de teatro, hacer una nueva fila para entregar el boleto y encontrar un buen lugar donde la acústica y la óptica no jueguen una mala broma.

Ciertamente, al crear un personaje clown, una técnica como la de Stanislavsky no se utiliza como lo hace un actor para interpretar al marqués de Mascarilla en Las preciosa ridículas de Moliêre. Durante la creación se pone en tela de juicio a Constantin Stanislavsky como lo hace Raúl Serrano en la Dialéctica del trabajo creador del actor, donde asegura que en dicha técnica, se hace tanto que ya no queda tiempo para actuar. Serrano nos dice que en la actuación se vive o se interpreta a un personaje: el payaso, vive el personaje.

Sé que he mencionado −al principio de este ensayo− que en el espectáculo callejero se pueden encontrar filosofías diversas incluso más allá del entendimiento borgeano; a pesar de eso, no bucearé en las profundidades de tal tema. Si Borges no lo hizo, ¿yo por qué?

Otra parte de la configuración del payaso, es la estética. Un payaso de fiesta, de circo y callejero tendrán similitudes en su apariencia, pero en ningún momento serán los mismos. Generalmente, el clown de circo intenta ser como el de fiesta; es decir, colorido, casi siempre brillante y pelucas de colores; para dar un tono infantil al espectáculo. El payaso callejero utilizará atuendos holgados y de colores opacos, y pelucas de otro tipo; este atuendo se mimetiza con el tipo de humor del payaso, haciendo que su pantalón roto pero largo y simpático se parezca a su comentario chusco sobre un tema que seguramente sería censurado en un circo, no por el cirquero, sino por los propios padres de los niños que se encuentran en el público.

Dentro de su actuación también hay diferencias entre payasos. Uno de circo actuará de forma diferente dependiendo del tipo de circo en el que se encuentre; un payaso del Atayde Hermanos, no actuará igual que uno del Circo del Sol. El clown de fiesta siempre cuidará el manejo de su lenguaje y será comprensivo con los niños. Pero el que trabaja en la calle, siempre mezclará los humores, tratará al adulto como niño, al niño como adulto, y al adolescente como… adolescente. A veces tratarán a todos por igual, porque no hay edad para el humor. Casi siempre utilizan el humor picaresco mexicano. El manejo del doble sentido, temas explícitos como el machismo, la sexualidad, pedos, alcoholismo, etcétera; son los más concurridos y los mejores aceptados por el público. Así podemos ver a un niño de 12 años y a un señor de 50 reírse de un mismo chiste colorado.

La risa −según la revista española Consumer eroski− “Es una forma excelente para lograr la relajación, abrir nuestra capacidad de sentir y de amar [1](Revista Consumer eroski), y qué mejor que relajarnos recurriendo a humores en los que se juegan con las palabras, los dobles sentidos.

¿Quién no se ha detenido en un parque a ver el show de algún payaso y recibido un apodo o comentario chusco por parte de éste? Cualquiera que haya vivido una experiencia como ésta, sabrá que sería inhumano detener un acto tan filantrópico. Nunca nadie cuenta con el hecho de que la policía detenga a los payasos callejeros por hacer actos ilegales. No, no se trata de venta de drogas, órganos humanos, trata de blancas, sino de 15 o 20 minutos de risa a cambio de unas monedas para sobrevivir.

El payaso que trabaja en la calle, siempre se muestra alegre, simpático, sonriente. Cuando termina de trabajar, comienza a reencontrarse con su soledad y la dura vida a la que tiene que regresar. Buscar pañales −en caso de los padres−, encontrar comida barata para que el dinero le rinda hasta la próxima paga −que puede ser al día siguiente o dentro de tres días, una semana, etcétera −. En caso de los foráneos, comprar un boleto de camión para salir de la ciudad al día siguiente, y rentar un cuarto de hotel para pasar la noche.

La mirada melancólica de quien se encuentra detrás del disfraz de Augusto[2], refleja la capacidad actoral del humano, pues es capaz de ocultar sus necesidades para formular propuestas y hacernos reír.

El clown callejero es el sujeto principal de esta oración a manera de ensayo. He saltado de tema, pero me he mantenido dentro del plano del sujeto. He convivido con varios de éstos, mirado el espectáculo de otros y sobre todo, acompañar a comprar la sopa del día a cada uno de ellos. Los payasos comen, se emborrachan, tienen sexo, se accidentan, mueren; no sólo nos hacen suspirar una sonrisa, sino que también puede hacer que detestemos la injusta división de clases.

Para finalizar, sólo diré que el payaso callejero, tiene la misma esencia del gaucho argentino, esto lo digo ya que el gaucho llevaba una vida libre, nadie era su patrón de por vida y no tenía más patria que la de la pampa, no discutía nacionalidades ni mujeres, sólo la vida dura de unos hombres cuyo trabajo riesgoso los podía poner al borde de la muerte en cada segundo, según el tipo de ganado que llevara. Así mismo el payaso callejero no tiene más patrón que su necesidad, ni más patria que las calles donde trabaja; y se pone en riesgo su vida, al depender del público que lo frecuente o las políticas artísticas o incluso “mercantiles” de la ciudad a la que llegue; por medio de alguna carretera cuyo final se encuentra en donde el payaso quiera.


[1] Las cursivas son mías.

[2] Acróbata americano llamado Tom Belling estaba actuando con un circo en Alemania en 1869. Encerrado en su camerino como castigo por no salir a tiempo a escena, entretenía a sus amigos vistiéndose con ropas inapropiadas para interpretar su impresión del manager del show. El manager a menudo entraba en el camerino. Un día Belling salió corriendo para huir de él, acabando en la arena de la pista donde tropezó con la repisa que separa la pista del público, cayendo al suelo. Entre su desconcierto y prisa por escapar volvió a tropezar con la repisa al querer salir de la pista. EL público grito "¡Auguste!" que en alemán significa loco (o borracho). El manager pidió a Belling que continuara apareciendo como Augusto a partir de entonces.

viernes, 29 de octubre de 2010

Como nuestros literatitos fallecidos*

(Mtro. Alejandro Elizondo, Dra. Magali Velasco, Ángel Iquiwa y Quique Nieto)

Durante todo el año, la muerte nos parece maldita y triste; lloramos por los que se van, renegamos de su partida, y otras cosas. Pero al llegar estas fechas dejamos la solemne oscuridad de la muerte, para revestirla atractiva. Recordamos a nuestros muertos en sus momentos más cómicos: que si Fulano, antes de morir se reventó un mortífero gas, que si la última vez que se dejó ver con vida fue sorprendido con una torta de chicharrón en la boca. En fin, una manera muy cómica de traducir (o representar) la nostalgia.

La propuesta inicial era hablar de Monsiváis, a quien, de manera afectiva, los compañeros y compañeras dedican el altar este año. Pero por razones personales, me niego a rendirle un homenaje a Carlos Monsiváis solamente, así que hice este breve y humilde regalo para aquellos que tuvieron algo que ver con las letras y murieron el año que todavía está corriendo.

Fueron alrededor de 26 fallecidos que estaban involucrados en las letras. Por mencionar a algunos, en la lista de difuntos están: Ramón Ayerra, Montemayor, Monsiváis, Salinger, Saramago, Vargas Bernal, Chumacero y Alatorre.

Para continuar, trataré de citar textualmente las palabras de una de las profesoras que me ha instruido en el arte de amar a la lingüística, Mercedes Lozano, quien hace un par de clases comentaba: “Si Dios existiera, no debería permitir que los escritores mueran […] toda la vida preparándose para tener nuevos conocimientos y un día dejan de existir”. Si bien, la reproducción de sus palabras no fue exacta, la esencia es lo importante. Me permito apoyar la moción de la maestra, no deberían morir los buenos.

No podemos olvidar lo que nos dejaron, olvidemos por un momento que son intocables para algunos y reconozcámoslos como seres humanos. Nos dejaron obras literarias y lingüísticas muy buenas, sí, pero también al partir dejaron chismes y controversias.

José Saramago, autor de Ensayo sobre la ceguera, Memorial del convento, El evangelio según Jesucristo, entre otras obras de importancia, murió dejando uno de los chismes más candentes: el plagio. Y no contra cualquier persona, sino un mexicano de nombre Teófilo Huerta, quien no lo ha dejado descansar, incluso, después de su muerte publicó en la revista El búho un artículo en el que alegaba, prácticamente, que el hecho de morir no lo salvaba de regresarle su obra Las intermitencias de la muerte, cuyo título ‘original’ de Huerta era ¡Últimas noticias!

De Salinger se habla de El cazador oculto, El guardián entre el centeno; y otros relatos, pero también se habla de la controversia que causa que un escritor se aliste voluntariamente al ejército en época de guerra para ir a combatir, sabiendo, que está participando en un quiénsabequé en el que no debería estar. Se habla también que fue solitario, que era un judío recluido de sí mismo y que si por eso o por el trauma de la guerra pasó a adoptar el budismo zen. Que si fue el mejor exponente de la literatura estadounidense, no sé, no soy quién para juzgarlo, pero a qué tenates tenía ese hombre para seguir ‘lúcido’ después del ‘Día D’

De Monsiváis nos quedan sus 13 gatos, o al menos nos quedaban, ya que fueron puestos a dormir después de la muerte del ensayista. Su chisme fue el participar activamente como intelectual de AMLO, de esa izquierda que muchos condenamos como falsa. El autor de Del rancho al internet, Bolero: Clave del corazón, entre otras obras muere en la ciudad que lo vio nacer y con bastante público, tanto de la sociedad civil como del mundo artístico y sobre todo, del mundo burocrático.

Alí Chumacero tiene también su espacio-tiempo curioso, corrigió para el Fondo de Cultura Económica Pedro Páramo de Juan Rulfo y muchos afirman que con las correcciones de Chumacero, mejoraron la obra del escritor indigenista.

De Antonio Alatorre, autor de 1001 años de la lengua española, El apogeo del castellano, etcétera; mucho se ha dicho sobre sus preferencias sexuales y su decisión tajante de no querer homenaje o algo especial para su muerte.

Debemos ignorar y aparte conocer la vida de los autores, ya que; lo primero debido a que autor y obra son diferentes, basándonos en La muerte del autor de Roland Barthes, y debemos tomar en cuenta la vida del autor, porque es necesario tener en mente el contexto del escritor, ya que sin el contexto mucho se nos haría más complicado de entender. Pero con esto de ignorar y conocer, no violamos el principio de no contradicción, porque no son las dos cosas al mismo tiempo, sino que los hechos se dan en tiempos distintos. Conocer y después ignorar, o en otro sentido; hacer como que ignoramos.

¿Qué importa su vida si tenemos sus metáforas y sus ensayos literarios?, ¿qué importa su vida si tenemos toda una investigación amena sobre la historia de la literatura? ¿Qué importa si ellos son su propia literatura? Literatura controversial, bidireccional, culta, popular, combativa, erudita, humilde, son su propia literatura universal. Son sus propios Sócrates y nuestros motivantes. Si esas literaturas con patas están enterrados físicamente, pero en esencia siguen con nosotros, enseñándonos cada día más, mostrándonos un mundo que no quisimos ver en algún momento y que algún otro día nos despertamos con ganas de ver ese mundo tal como es, gracias a una obra de cualquiera de estos autores.

Siempre me gusta recordar una frase de Francisco de Quevedo en su prólogo a Sueños y discursos, que de manera cómica y hasta sarcástica dice que “en cada calle, 4000 poetas” y suponiendo que los 26 recién muertos vivieran en la misma calle, y que lo poeta lo tengan tan sólo por su gusto a la estética de la escritura, nos quedan 3974 poetas en esa calle, una calle tan angosta que desemboca en otras miles de calles con miles de poetas con miles de poemas; pero como los de nuestros literatitos fallecidos: nadie.

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*Texto leido por Quique Nieto en el pequeño evento del día de muertos en la Facultad de Letras Españolas de la Universidad Veracruzana.

domingo, 3 de octubre de 2010

Literatura y 1968

Sin duda la literatura es una de las herramientas fundamentales para los cambios en la sociedad y, por supuesto, en la vida política de una país. Los grandes movimientos sociales han tenido su medio literario para expresarse y dar base a su quehacer social. Miremos, por ejemplo, el movimiento estudiantil de 1968. No veamos sólo al CNH; sino desde la Primevera de Praga, el Mayo Francés; recorriendo el mundo entero hasta llegar a Luther King y, claro está, en la historia del dos de octubre negro en Tlatelolco.

De la Revolución de 68, encontramos escritores destacados como Paco Ignacio Taibo II, Elena Poniatowska, el mismísimo José Revueltas (ya ecritor reconocido entonces), Luis González de Alba, René Aviles, Monsivais, Roberto Bolaño, entre otros. Todos ellos, tienen sus crónicas sobre el movimiento estudiantil.

La percepción de la realidad política, social y económica se vio a fectada mediante las letras. Era la hora de poetizar la rebeldía; así como en Praga se hizo famosa la frase "podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera"; en Francia el movimiento ha sido retomado de forma nostálgica para poesía; y sobre todo, el discurso poético de Luther King, en Estados Unidos, cuyo sueño había sido forzadamente desvanecido fuera de su cuarto de hotel... Es decir, la poesía estaba dentro del movimiento mundial. Dicho de una forma más acertada, el movimiento estaba impregnado de poesía; o la poesía estaba llena de movimiento.

Pero al parecer, los cambios sociales tienen la misma importancia en la gente que la poesía, es decir, es nula o tal vez está a un paso de extinguirse. Ya no se lee o se escucha un comentario de rabia o de tristeza, sublimidad o incluso tristeza, al leer algún poema como "Memoria de Tlatelolco" de Rosario Castellanos y nadie camina por la calle pensando:

"[...]en qué horas del día
repartía mis pequeños odios con el odio grande
de los miles que éramos".

Como pensaba Paco Ignacio Taibo II en su poema "Ese día". Nadie, ni una palabra y sobre todo ninguna conciencia. Ni politizado ni literatos. Ni coniscientes ni letrados. Así estamos, ¿o no estamos?

jueves, 16 de septiembre de 2010

Decálogo del perfecto cuentista, Quiroga...

Güenas noches queridos lectores, les traigo a astedes una cosa que a mí me gustó mucho dende que lo vi. No es nada más ni nada menos sorprendente; es uno de los documentos históricos más elgantes de nuestro mundo mundial, hablo: El decálogo del perfecto cuentista, de Horacio Quiroga. Lo pondré en este lugar por si a alguien le interesa saber la perspectista de cuentista para con otros cuentistas. Aquí se los djeo:

1

Cree en un maestro -Poe, Maupassant, Kipling, Chejov- como en Dios mismo.

2

Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

3

Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia

4

Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

5

No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

6

Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

7

No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

8

Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

9

No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino

10

No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Flores Magón, dramaturgo y cuentista anarquista


En el contexto del México pre revolucionario, viviendo bajo el yugo de una dictadura, surge un ideólogo clave para el movimiento armado de 1910. Ricardo Flores Magón nace en Oaxaca; fue presidente del Partido Liberal Mexicano y director de Regeneración.

El camino de Magón como ideólogo y militante anarquista es bastante conocida, llegó a ese camino por lecturas de Bakunin, Prudhon, Malatesta, Emma Goldman, entre otros autores anarquistas. El pensamiento anárquico de Magón fue entrando en gran parte de la sociedad mexicana de forma sutil, hasta llegar a ser obvio en sus comentarios y en los artículos en general. Para darnos una idea podemos ver parte de los periódicos originales que han sido recopilados, sólo hay que dar click aquí.*

Ahora que conocemos un poco de la trayectoria ideológica y periodística de Flores Magón, podemos afirmar que la faceta de dramaturgo y cuentista de este anarquista es poco conocida. Hoy, Aguas mayores, pretende dar a conocer esta faceta desconocida de Ricardo Flores Magón. Puedes encontrar sus cuentos y obras de teatro aquí. Y para conocer discursos, correspondencias, discrusos y demás, pueden visitar esta sección de la misma página.

Es interesante percatarnos de la realidad revolucionaria, no desde nuestro contexto, sino acercándonos más al testimonio de la revolución desde la perspectiva literaria. Dejando un poco, sin menospreciar, a Azuela, la literatura de Ricardo Flores Magón debe ser leida para ver las distintas facetas que un tipo políticamente rudo. Altamente recomendable.
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* Gracias al Archivo electrónico Ricardo Flores Magón, que fue inaugurado este año.

jueves, 12 de agosto de 2010

La Ventana Azul, un espacio peligrosamente fantástico


Ilustrado con imágenes persuasivas que adentran al lector en la historia, La Ventana Azul es un cuento con una trama muy particular y lleno de elementos fantásticos que seducen y atrapan. Esto lo logra el autor al llevar lo considerado sobrenatural a un nivel altamente perceptible, donde el protagonista se encuentra atrapado entre su imaginación y la realidad. Ésta barrera -conformada en el contexto social por la percepción del ser humano y particularmente en el texto por la del propio personaje-, es increíblemente traspasada por lo sobrenatural, con hechos extraordinarios que rompen el margen de la credibilidad dentro de la misma realidad.

La peligrosidad se presenta cuando estos acontecimientos lo afectan de manera directa y dejan de formar parte de su imaginación para formar parte de su realidad. Esto lo lleva a realizar actos desesperados con la intención de suprimir lo fantástico proveniente de la ventana.
La principal característica de este texto -como ya lo mencioné anteriormente- es su estilo fantástico, el cual rompe con lo ordinario y con la percepción de lo que es real para el ser humano, por lo que resulta interesante saber lo que hace el personaje para encontrarse en una situación tan extraña.

Esta obra no tiene mucho que ver con el contexto literario del siglo XIX, de hecho ésta es cien por ciento contemporánea; sin embargo, la incluyo en este blog porque creo que es pertinente darle importancia y resaltar la literatura fantástica que se está haciendo en la actualidad, la cuál interactúa de manera diferente con la ideología del ser humano; a la vez que crea otro tipo de sensaciones y es objeto de reflexiones más profundas y subjetivas.

jueves, 5 de agosto de 2010

O'Really


Tal vez el apellido no suene tanto pero Justo Sierra O’Really es conocido por muchos. Al preguntar a conocidos y amigos muchos han contestado con un “él hizo algo por la educación ¿no?”. A mi parecer cualquier escritor hace algo por la educación, pues los libros son cultura, pero no fue él quien “hizo algo por la educación” fue su hijo: Justo Sierra Méndez. Creo que es uno de los problemas por los que tienes que pasar si tu hijo se llama igual que tú.

El señor O’Really es considerado como el padre de la novela histórica en México. Fue director de los periódicos culturales. Escribió novelas históricas tituladas: El filibustero, Un año en el hospital de San Lázaro, La hija del judío, Con el seudónimo de José Turrisa, entre otras. Todas estas eran publicadas por pedazos en el periódico local lo cual hacia que las personas esperaran ansiosas. La "La hija del Judío" y otras de sus novelas las escribió usando el anagrama de "José Turrisa".

Es autor de leyendas como: La tía Mariana, Los indios de Yucatán, Impresiones de un viaje a los Estados Unidos de América y al Canadá.

Redactó el "Proyecto de un Código Civil Mexicano” por encargo del gobierno liberal de Don Benito Juárez.

En otros campos escribió también unas "Lecciones de Derecho Marítimo Internacional" (1855) y tradujo al español el famoso libro de John Lloyd Stephens, "Incidents of Travel in Central America, Chiapas and Yucatan".

Era considerado un romántico incompleto, pero al final: Escritor, historiador y jurisconsulto mexicano. Uno de los pocos que han sacado a relucir su apellido y el nombre de su nación.